Se posó en aquel árbol amarillento y se dijo desde hoy soy
libre.
No habría más noches aletargadas, llenas de ideas, ni
ausencias y esperas.
Simplemente sería ella y el mundo, sin domesticaciones de
por medio.
No habría dolor, ya que no habría vinculo. Nadie más le
diría que estaba bien, que estaba mal y ya no tendría que dar explicaciones
cuando no tenía ganas de hacerlo. Explicaciones por sus actos cuando ni venia
al caso. No quería que excusaran tales exigencias con un simple es porque te
queremos o porque nos importás.
Se había cansado de ser aquel pájaro cantor.
Ya no habría más mano manipuladora, esa que acariciaba pero
a la vez reprimía.
Simplemente quería ser.
Anhelaba la ausencia de contacto. Deseaba esos días de eterna soledad, que en
cierto modo, le había brindado la jaula de aquella casa fuera de la ruidosa
capital; donde solo se dedicaba a mirar
el cielo, recitar algún verso y sentir la brisa calurosa de cada verano.
Quería regresar el tiempo pero
sabía que era imposible, ya había volado de allí y eso en su momento había sido
bueno.
Ya no había Jaula, solo había apariencias. Estás dolían más
que los mismos barrotes del pasado.
Por fin, ese día se había decidido, era libre. Realmente
estaba sola, así como había llegado al mundo.Sus plumas grises mudaron en doradas y emprendió vuelo.