lunes, 26 de mayo de 2014

'91

Lo vió algunas veces en el bar donde iba a odiar la existencia
La atracción que sentía hacia aquel no era comparada a nada. Sin embargo, un whisky  hacía que todo desapareciera. Hasta a veces  la presencia de aquel que le movilizaba hasta su fibra más intima.
Jamás habían cruzado palabra. Solo sabía que iban a la misma hora, que lo encontraría allí. Idealizado, totemizado.  Su monoteísmo.
Y así era, como cada jueves,  el estaba allí. Un pacto secreto marcado con las agujas del reloj.
Pero esta noche, sí ésta… se presentaba diferente. Empezó a sonar su música preferida, una balada muy de moda, primera en el ranking de ese '91. Sus pies comenzaron a moverse, su sangre a convulsionarse. Hasta que sus ojos, en un acto de torpeza, se cruzaron con los de él para rápidamente quitarlos.
La noche brillaba y no era para menos. Él estaba allí, el sol.
Podía sentir el fuego, las ganas de aferrarse al cuerpo de aquel hombre que tenía  casi enfrente.
La luz era tenue y el resto de los habitantes del bar desaparecieron por arte de magia. Estaba la barra, la luz seguía tenue  y los acordes sonaban  inundando todo…su mente, su carne y sus decisiones.
Fue hasta la barra a buscarlo, este revolvía su trago, mostrando una actitud pensativa. No miraba hacia la pista. Estaba concentrado en la bebida o en algo más. Así lo parecía.
Ya cerca, le temblaron las piernas, pero nada detendría lo que había ido a hacer. Acto seguido le toco el hombro y así fue que sus ojos se atravesaron, sin tener otra opción.
De la boca del hombre salieron un par de palabras: -“Pensé que nunca vendrías. Te estaba esperando”- Tomándole la mano.  La música sonaba más fuerte, el corazón le explotaba.
Lo tenía enfrente, pudo ver en sus ojos verdes toda la vida…se dio cuenta que nunca más necesitaría un whisky.
Le tomo la cara con la mano que le quedaba libre, lo acarició.

Sus bocas se hicieron una, sus fuertes brazos acunaron al otro y sus barbas a medio crecer fueron hermanas.



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